Pranayama, la ciencia milenaria de la respiración: Orígenes y significado

pranayama

El pranayama es un poderoso conjunto de técnicas respiratorias que permiten mejorar la salud, incrementar la energía y acceder a niveles sutiles de conciencia.

Recientemente, estudios científicos han confirmado la relación que existe entre la respiración y la regulación de estados mentales, así como también diversos beneficios físicos que el control de la respiración puede producir.

Es notable que lo que la ciencia apenas confirma era conocido en la India por lo menos hace más de dos mil años y quizá más de tres mil. No es descabellado afirmar que el pranayama es una ciencia milenaria de la respiración, cuyo objetivo último es la unión del individuo con el fundamento divino del universo. Esto es justamente el proceso que llamamos yoga.

En este artículo trazaremos el origen del pranayama con base en las fuentes tradicionales y académicas.

La palabra prāṇāyāma (प्राणायाम)

Lo primero que hay que saber, es que pranayama es una palabra sánscrita que significa, de manera literal, control o extensión (ā+yām) del aliento o energía vital (prāṇa). La diferencia estriba solamente en la manera que se interpreta āyām, compuesto del prefijo ā y la raíz yam que puede significar tanto controlar como extender.

Siguiendo a Patanjali, autor del texto fundacional del yoga, Yogasūtra, la tradición comúnmente entiende el término como "control de la respiración." Sin embargo, la riqueza del sánscrito admitiría también una traducción como la siguiente "incremento o extensión de la energía vital".

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El origen del prāṇāyāma

Los orígenes de pranayama están profundamente arraigados en las antiguas tradiciones indias, y su evolución se puede rastrear hasta los sacrificios védicos, donde los sacerdotes recitaban mantras con una ciencia específica de la recitación.

El sacrificio (yajña) era la base de la religión védica y consistía, grosso modo, en la ofrenda al fuego de una sustancia, que podía ir desde ghee (lo más común) hasta un caballo o un antílope, acompañada de una serie de palabras eficaces (mantras) y un estado de concentración luminoso (tapas).

La complejidad del ritual era enorme y se hacía uso de una serie de equivalencias analógicas con el fin de incluir en el sacrificio al universo entero. La intención era construir de nuevo el cuerpo del dios que se había sacrificado, fragmentándose para crear el mundo.

Este Dios, Prajapati, el Progenitor, es descrito en el Shatapatha Brahmana como compuesto de diferentes alientos o soplos. Y en la Maitrī Upaniṣad se dice que la naturaleza de Prajapati es la mente, pero que su cuerpo está hecho de prana y su forma es luz.

Durante estos rituales, los sacerdotes recitaban versos en sánscrito por horas y entraban en estados de conciencia alterados a partir del sonido y el ritmo de la respiración. Asimismo, según algunas teorías académicas, la recitación continua significaba un reto que probablemente les obligó a experimentar y desarrollar métodos de respiración específicos, acaso de manera similar a lo que tienen que hacer los cantantes de ópera con su propia respiración.

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Con el tiempo, tuvieron una intuición fundamental: la respiración influenciaba la conciencia. Más aun, llegaron a entender que la conciencia misma estaba conectada intrínsecamente a la respiración, incluso podían entenderse como dos aspectos de una única realidad.

De aquí que sistemas posteriores como el haṭha yoga o el budismo tántrico desarrollaran una concepción del cuerpo como fundamentalmente compuesto de aliento o respiración, en otras palabras, la energía que era el substrato básico de la realidad material.

Existe también una historia que puede considerase semilegendaria, que atribuye el origen del yoga a Hiranyagarbha, "el Embrión Dorado", una divinidad que aparece en el RIgveda, asociada al mismo Prajapati y más tarde a Brahma. Esta leyenda es recogida por B.K.S. Iyengar, entre otros maestros.

Es común en la India que el origen de cualquier linaje de sabiduría sea atribuido a una figura divina. Algunos, atribuyen también el origen del yoga a Shiva, a Kapila o a uno de los siete rishis o videntes de los vedas.

La práctica del pranayama evolucionó a lo largo de generaciones, abrevando de diferentes escuelas entre yogis y renunciantes, que practicaban austeridades y cultivaban la concentración mental.

Particularmente, la escuela filosófica conocida como Yoga, estrechamente vinculada a la filosofía Samkhya desarrolló –o adaptó– un modo de control de respiración particular conocido como kumbhaka o retención de la respiración.

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La mención clásica más antigua del pranayama quizá sea la de la Bhagavadgita (4.29), donde se habla de que ciertos devotos de Krishna ofrecen la respiración como sacrificio en un acto meditativo.

El texto señala que "algunos practican pranayama y restringen el movimiento de la exhalación o la inhalación". Esta suspensión de la respiración es lo que se conoce como kumbhaka.

Aunque el término kumbhaka no aparece en el Yogasūtra de Patanjali, este texto concibe la práctica del pranayama como un método esencial, si bien preliminar, para aquietar las perturbaciones mentales y alcanzar un estado de pacificación.

El sutra 1.34 sugiere que la retención de la respiración es una de las cosas que permite eliminar las distracciones mentales y sus síntomas aflictivos. En otras palabras es una de las cosas conducentes al estado del yoga.

Pranayama en el Yogasūtra de Patanjali

En este texto, que funda como un sistema integral la tradición del yoga, Patanjali presenta de manera sucinta la práctica del pranayama como un método preliminar a la meditación o concentración.

A través de la abundante tradición de comentarios que rodean a este texto, sabemos que el pranayama tiene un rol de primera importancia pues es capaz de eliminar las perturbaciones de la mente que son comparadas con remolinos o revoluciones.

La quietud de la mente, que caracteriza todo estado elevado de conciencia, también puede lograrse a través de la retención de la respiración. El Yogasutra de Patanjali se enfoca en la retención, que aquí es llamada stambha-vrtti. Se dice que ésta restringe las fluctuaciones de la mente (el objetivo mismo del yoga).

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Como observó Bhojaraja, "La respiración suprimida ayuda a cultivar la conciencia unifocal mediante la restricción de toda actividad sensorial". Esta conciencia totalmente atenta en un solo objeto está conectada con la idea del samadhi, o la concentración totalmente pacífica cuya naturaleza es la dicha.

El texto además elabora que el control de la respiración está "regulado por lugar, tiempo y número; [puede ser] prolongado o contraído". "Lugar" se refiere al lugar en el cuerpo en el que se debe dirigir la respiración. "Tiempo" denota la extensión del ciclo de inhalaciones y exhalaciones, y "número" se refiere a las repeticiones. Otro factor que los comentaristas mencionan es la intensidad de las mismas.

La tradición del Yogasūtra también profundiza en el poder transformador del pranayama, afirmando que dominarlo conduce a "la aptitud de la mente para la concentración" y que "la cobertura de la [luz interior] desaparece". Esto sugiere que el pranayama sirve como una puerta de entrada a estados superiores de conciencia y luminosidad interior, facilitando una concentración más profunda.

El pranayama es, en última instancia, un puente entre el yo individual y el yo universal, lo que en las Upanishad se llama atman y brahman, a través de la unidad de la energía. Así se cumple lo que anhela la Brihadaranyaka Upanisad, en el rezo que se recita al morir, "que el aliento individual alcance el aliento inmortal", el espíritu mismo del universo.

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